
En un Congreso donde muchas voces optan por el silencio ante los temas incómodos, la diputada Delia Enríquez se distingue como una de las pocas que se atreven a decir lo que otros prefieren callar: que la educación sexual integral es urgente, necesaria y una cuestión de justicia social en Durango.
Con voz firme, Enríquez subió a tribuna para poner en el centro del debate legislativo una realidad alarmante: niñas de 13, 14 y 15 años siguen dando a luz en hospitales públicos del estado, muchas veces sin que sus familias, ni la sociedad, reaccionen con la gravedad que estos casos merecen. En algunos de estos embarazos, los padres también son menores de edad; en otros, adultos que cometen delitos que rara vez se denuncian ni se castigan.
“La educación sexual integral no es una ocurrencia ni una moda. Es una herramienta para cuidar, orientar y proteger a nuestras niñas, niños y adolescentes”, señaló la diputada, quien presentó una iniciativa para reformar la Ley de Educación del Estado de Durango.
La propuesta establece que la educación sexual debe ser obligatoria en todos los niveles de educación básica y media superior, alcanzando a más de 550 mil estudiantes en casi 6 mil planteles, tanto públicos como privados. Los contenidos estarían basados en evidencia científica, enfocados en el autocuidado, la prevención de riesgos y la promoción de relaciones sanas, respetuosas y libres de violencia.
Delia Enríquez, una legisladora identificada con la agenda progresista de la Cuarta Transformación, afirmó que legislar desde el miedo no es opción. “No venimos a reproducir tabúes. Venimos a transformar realidades”, sostuvo. Afirmó que la iniciativa busca cerrar la brecha entre el marco legal federal, que reconoce el derecho a la información en salud sexual y reproductiva, y la realidad en los estados, donde aún hay vacíos graves en su implementación.
En su intervención, no rehuyó temas sensibles: habló de cómo muchos jóvenes acceden a plataformas de citas como Tinder, Bumble o Facebook Parejas sin contar con una orientación adecuada sobre sexualidad, derechos y límites. “No podemos dejar que las redes sean la única fuente de información. Necesitamos escuelas que eduquen y familias que acompañen”, advirtió.
Con esta reforma, también se contempla la capacitación de docentes y la inclusión de madres y padres de familia en este proceso educativo, para que el entorno escolar no solo informe, sino también acompañe de forma efectiva y sensible.
“La educación sexual no le quita nada a nadie. Pero sí les da muchísimo a quienes más lo necesitan: protección, autonomía, dignidad”, expresó.
En tiempos en que los discursos conservadores intentan frenar los avances en derechos, Delia Enríquez representa una voz valiente que asume el costo político de hablar con claridad. Su propuesta no solo busca modificar una ley: quiere cambiar el futuro de miles de niñas, niños y adolescentes en Durango.
Y frente a una realidad que grita la urgencia de actuar, su mensaje resuena claro: la educación sexual no puede esperar más.
